Anónimos. Algunos me miran e intentan averiguar mi interés hacia ellos, otros directamente, no se dan cuenta.
En ellos hay algo que me atrae la atención. No son simples narices o arrugas, sino que busco algo más en ellos. Los buses sirven para pensar, sus esperas también. Intento analizar que miran, que piensan. Aunque eso provoca que me invente historias dramáticas, apasionadas, cotidianas, amorosas, terribles, aburridas, y todo lo que mi imaginación quiere.
Siento deslizar mi bic sobre sus pieles a la vez que las historias fluyen. Cada trazo delata lo que pienso. Es una vía de olvidar mis problemas y volver a otros ajenos.
Personas que jamás veré, o que sí. Pero sus rostros ya han quedado grabados en mi cuaderno cutre de garabatos.
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